Entrada destacada

730






 
 

Confesiones desde la cama: pensamientos que solo se tienen antes de dormir

Hay un momento del día que tiene un poder especial: justo cuando apagamos la luz, nos acomodamos entre las sábanas y el mundo exterior se disuelve poco a poco en la penumbra. No importa qué tan largo haya sido el día ni cuántas pantallas hayamos tenido frente a los ojos. En ese instante, cuando la cabeza toca la almohada y todo queda en silencio, algo se activa. Nuestra mente, lejos de apagarse, se transforma en una fiesta privada de pensamientos absurdos, recuerdos sueltos, fantasías imposibles y preocupaciones inútiles. Es como si el cerebro dijera: “Ah, por fin a solas… ahora hablemos de TODO”.

En la cama uno se convierte en filósofo sin diploma, en poeta sin papel, en detective de conversaciones antiguas. ¿Por qué le dije eso a mi jefe en 2019? ¿Dónde estará mi primer amor? ¿Qué pasaría si me mudo a una isla y cultivo piñas? Y ahí, mientras el sueño intenta entrar con sigilo, uno recuerda que nunca respondió ese mensaje o que dejó una toalla mojada sobre la cama y probablemente todo esté empapado. Pero es tarde para levantarse, ¿no? Así que mejor se cambia de lado, se abraza la almohada y se empieza a repasar la lista mental de lo que uno haría si ganara la lotería. Otra vez.

También están esas noches en que la cama no es solo un lugar para dormir, sino un escenario íntimo donde se negocia con uno mismo. “Mañana sí empiezo la dieta… pero si desayuno algo liviano, ¿puedo cenar pizza?” O esos pensamientos que nos hacen reír en voz baja, como si estuviéramos compartiendo una broma con una versión más ligera de nosotros. Porque en la cama uno también se atreve a imaginarse bailando en un videoclip, recibiendo un premio importante o seduciendo con un guiño imposible. A solas, todo es posible. Y nadie puede juzgarte por ensayar mentalmente un discurso de Oscar que jamás dirás en voz alta.

Y no olvidemos los rituales que todos hacemos pero nadie confiesa. Esa manera de abrazar las sábanas como si fueran una persona, de cambiar de posición como si una pose secreta activara el modo “dormir”, o de hacer scroll en el celular con un ojo medio cerrado, convencidos de que “solo serán cinco minutos más”. Y ahí se va media hora viendo recetas que nunca cocinaremos, perros que bailan mejor que nosotros y horóscopos que, por alguna razón, hoy sí suenan muy ciertos.

Pero lo más lindo de ese momento antes de dormir es que, aunque estemos solos, también nos acompañamos. Nos contamos historias, nos recordamos cosas buenas, nos damos permiso para desear y, a veces, lloramos bajito si hace falta. En la oscuridad se revelan verdades que evitamos durante el día. Nos abrazamos con palabras, nos reímos de nuestras rarezas, y poco a poco, entre pensamientos suaves y suspiros largos, el sueño llega. No como una obligación, sino como una rendición dulce.

Así que si esta noche tu mente vuelve a activarse justo cuando apagues la luz, no la pelees tanto. Escúchala. Puede que esté intentando contarte algo importante… o simplemente recordarte que la vida, incluso en pijama y despeinado, sigue siendo un lugar lleno de posibilidades.

Entradas populares

706

713

696

Entradas populares

292

#64 - Malik Delgaty & Dom King

567