Entrada destacada

740




 

Lo que pasa cuando alguien te gusta de verdad (y lo intentas disimular)

Hay algo absolutamente delicioso en el intento torpe —y a veces inútil— de disimular cuando alguien te gusta. El corazón no entiende de estrategias, pero el cerebro insiste en jugar al poker. No mostrar. No decir. No mirar tanto. No responder tan rápido. No parecer demasiado disponible. No parecer desesperado. Pero ay… cuántas historias empiezan con ese no parecer.

Cuando alguien te gusta de verdad, todo el cuerpo se entera. No necesitas admitirlo: lo delatan tus pupilas, el tono con el que respondes, la forma en que se te enreda la risa cuando hablan. Y aunque trates de mantener la compostura, de ser “cool”, “indiferente”, “tranquilo”, por dentro estás bailando un lento con nervios en los dedos.

Está ese momento clásico en el que repites mentalmente una respuesta antes de enviarla. Como si fuera una jugada maestra. Y lo lees mil veces, editas, dudas, lo borras… lo vuelves a escribir. Porque aunque sea un simple “¿cómo estás?”, tú sabes que ese mensaje puede construir un puente, o hacerte caer al abismo. Y aun así lo mandas.

Cuando te gusta alguien, no hay detalle que no se vuelva escena de película. El café que le gusta, el lunar que tiene cerca de la boca, la forma en que se arregla el cabello cuando habla de algo que le emociona. Son mini postales que guardas en tu cabeza como si tuvieras un álbum secreto solo para eso. Y ni hablar de su risa. Si suena fuerte, te hace feliz. Si es suave, te desarma. Si es por algo que dijiste, ya ganaste el día.

Intentar disimularlo es como tapar una fogata con una servilleta. El fuego siempre encuentra por dónde escaparse. Se nota cuando buscas temas solo para seguir conversando. Cuando preguntas cosas que ya sabes solo para oírlo otra vez. Cuando le das me gusta a una historia de hace cinco días porque “uy, no la había visto”. Claro que no.

Pero lo más lindo —y lo más peligroso— es cuando empiezas a verte en sus ojos. Cuando te preguntas si él también nota tus silencios. Si se da cuenta que te brillan los ojos de más. Si también se queda pensando en ti después de cerrar la conversación. Porque cuando alguien te gusta, no es solo él quien empieza a parecer especial. También tú te descubres distinto, más vivo, más alerta, más tú.

Y así, entre intentos de disimulo, respuestas calculadas, y corazones que laten como tambores en carnaval, algo empieza a pasar. A veces se queda en juego. Otras, estalla en beso. Y cuando eso ocurre… ay, cariño. Ya no hay nada que disimular.


Entradas populares

710

706

713

Entradas populares

292

#64 - Malik Delgaty & Dom King

567