






El color rosado en el marketing: estrategia que conecta
En el mundo del marketing y la publicidad, cada color comunica algo. No se trata solo de estética, sino de estrategia. El color rosado, con sus múltiples significados y emociones asociadas, ha sido ampliamente utilizado por marcas que buscan proyectar cercanía, innovación o empatía. Su uso ha evolucionado desde campañas dirigidas exclusivamente a mujeres hasta conceptos más amplios, inclusivos y emocionales.
El rosado ha sido tradicionalmente vinculado a lo femenino, por lo que muchas marcas de cosméticos, moda o productos para el hogar lo han utilizado para apelar al público femenino. Sin embargo, esta visión se ha transformado con el tiempo. Hoy, el rosado ya no es exclusivo de un género; muchas marcas lo emplean para transmitir modernidad, sensibilidad o creatividad, sin importar a quién se dirigen. En este nuevo enfoque, el rosado se convierte en una declaración de identidad más que en un estereotipo.
Además, el rosado es eficaz para crear una conexión emocional con el consumidor. Las marcas lo eligen cuando desean generar confianza, suavidad o afecto. En un entorno saturado de estímulos visuales, el rosado destaca sin agredir. Puede invitar a la calma, al optimismo o a la dulzura, dependiendo de su intensidad. Por eso, es común verlo en campañas de salud, bienestar, tecnología amigable o productos para el cuidado personal.
El auge del llamado millennial pink marcó un antes y un después en su uso publicitario. Este tono específico, que combina frescura con sofisticación, fue adoptado por numerosas marcas jóvenes y startups que buscaban diferenciarse. Empresas como Glossier o Airbnb lo integraron en su identidad visual para reflejar inclusión, autenticidad y sensibilidad cultural. El rosado se convirtió, así, en sinónimo de conexión emocional y estética contemporánea.
En productos de lujo o diseño premium, el rosado también tiene su lugar. Utilizado en combinación con dorados, negros o grises, puede proyectar elegancia y exclusividad. Su versatilidad lo hace perfecto tanto para campañas disruptivas como para propuestas refinadas. Al final, lo que determina su impacto no es solo el color en sí, sino cómo se lo contextualiza, se lo combina y se lo comunica.
En definitiva, el color rosado en marketing no es solo un recurso visual: es una herramienta de conexión emocional y cultural. Su capacidad para adaptarse a diferentes públicos, contextos y mensajes lo convierte en un aliado valioso para las marcas que desean destacar y resonar con autenticidad. Más que una moda, el rosado es una estrategia.


